Ingredientes
- 250 ml. de leche desnatada o semidesnatada
- 1 cucharada de zumo de limón (Medida americana 15 ml.)
¿Qué es el buttermilk?
En sus orígenes, el Buttermilk era el suero que se obtenía cuando la nata se batía y se convertía en mantequilla y realmente su traducción debería ser suero de mantequilla. En la actualidad, es leche cultivada y se obtiene añadiendo bacterias de ácido láctico a la leche desnatada o semidesnatada y cultivándola/fermentándola para obtener un sabor ligeramente ácido. Debido a su acidez, el suero de leche suele tener un periodo largo de conservación. Está feo que lo diga, pero yo lo he llegado a utilizarlo cuando está caducado de hasta 15 días. Imagino que es como los yogures que realmente tienen fecha de consumo preferente. El buttermilk añade un delicioso sabor a miel y mucha jugosidad a los productos horneados, además casi siempre esta asociado al bicarbonato sódico ya que neutraliza algo de su acidez.
Es muy apreciado como bebida en los Países Bajos, Alemania y Dinamarca y también en la India como refresco.
Tiene la apariencia del yogur de beber, pero no tan espeso, tal vez un poco más liquido. Suele separarse un poco, y cuando lo voy a utilizar, me gusta batirlo antes con unas varillas para que se mezcle bien la parte más espesa con el suero.
¿Cómo hacer buttermilk casero? Toma nota:
Añadimos el limón y dejamos reposar unos 15 minutos más o menos a temperatura ambiente, hasta que halla espesado. Tendrá una textura más espesa y con “tropezones”.
Mover hasta conseguir la textura de un yogur líquido.
¡Y listo!
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